viernes, 23 de diciembre de 2011

El cinturón de Venus

 
Se está yendo el 2011 pero no sin antes despuntar la Navidad como cada año. No se cierra un ciclo sin abrirse otro.
Cuando se vencía oficialmente el tiempo de curso de ArTIC, pensé: "bueno, ahora tendré más tiempo para hacer las cosas que no tuve tiempo de hacer, disfrutar de pasear por los blogs vecinos, volver a sentir la red. Pero otro asunto (de trabajo) me mantuvo bastante ocupado. Y me doy cuenta que "el tiempo de curso" es necesario para mí. 
Ahora que se enfrió el curso, o que se enfrió mi cabeza y, en vísperas de la Navidad, me resulta bastante difícil hacer balances muy pensados.
Esta entrada es una excusa para enviarles a todos un cariño navideño, a mis arTICompinches.

***

ArTIC fueron unas vacaciones inesperadas. Y vuelvo a la metáfora del camping. Vacaciones porque uno hace cosas y anda por lugares distintos a los de la rutina. Pero uno siente el piso duro dejando huella en la espalda, uno camina y camina hasta el almacén más cercano. Pero uno vuelve renovado a casa y al trabajo. Con un poco de nostalgia pero con optimismo y ganas de seguir intentando, bien parado en la realidad. 

***

No quiero idealizar con respecto al factor humano. El factor humano es voluble y poco confiable. Pero en ArTIC, y como uno ya venía sospechando, la sensación de ser parte de algo, de ser una comunidad, y los pequeños detalles que generan calidez en la comunicación... se viven como fundamentales y avivan las ganas de aprender.

***

Una regla es dudar de todo, cuestionar todo. Y yo agregaría: ...todo... menos la fe.
Para algunos la fe es un don sobrenatural, para otros es una convicción que uno se fabricó o que recibió de alguien querido y confiable. 
La fe es la roca en la que uno afirma su vida. La fe permite la esperanza cierta y se alimenta de amor y de verdad. La fe no es ciega ni necia, pero tampoco precisa de datos observables. 
La fe hermana a los hombres.
Así como hay "Días de..." para pensar aunque sea un día en algo muy importante, el día de Navidad podría ser el día para pensar cada uno en su fe: en qué basa su vida, qué espera de ella, qué tan alimentada de amor y verdad está. 
Les deseo a todos un feliz reavivamiento de nuestra fe.

***

Cuando fui al LATU a buscar mi certificado, hube de cruzar esas distancias hechas de canteros y calles. Y allí arriba, pero no tanto como aquel 20 de octubre, volví a ver a las aves negras. Ahora ya no lucían tan imponentes y majestuosas. Ahora pude reconocerlas: cuervillos de cara pelada. 
No eran rapaces poco vistas, eran aves más familiares, más comunes. No fue desilución. Al revés. 
¿Moraleja? No sé. No es necesario.
Nos volvemos a encontrar, a cruzar, a colaborar. 
Un cariñoso saludo y un deseo de que aprovechen cada día de verdad.  

jueves, 8 de diciembre de 2011

Comienzo de presentación de mi propuesta de transformArTICión

No quería "terminar" estas 6 semanas de aventura sin publicar una presentación de diapositivas.
Para una reflexión sobre mi estadía en el campamento ArTIC durante estas 6 semanas, necesito un tiempito.
De aquí en más siguen otros comienzos.

Mapa mental de mi propuesta de transformación

Probé incrustarlo (usando el "embed code"), a ver si es más adecuada su visualización o navegación por el mapa. Veremos qué pasa...

¡No pasó nada!

Voy a poner un link aquí.

Y, para mayor seguridad, pegaré una imagen del mapa: 

viernes, 2 de diciembre de 2011

¿UCaPP? No, gracias

Hace unos días, leí el artículo de Miryam Narváez sobre autonomía. Lo empecé con cierto desgano, prejuiciando liviandad en la conceptualización de términos bastante relativos en un mundo donde la verdad no existe... Pero su lectura abofeteó mi prejuicio: una muy recomendable y clara definición de conceptos tan relevantes en nuestra tarea y, sin embargo, no lo suficientemente presentes -al menos en mi experiencia- en los ámbitos donde decimos y hacemos.
Sin embargo, usamos y ab-usamos de esos términos con llamativa simpleza: Autonomía... no me vengan a decir lo que tengo que hacer. Libertad... estudien para elegir con (más) libertad lo que quieran ser en la vida; el saber los hará libres. Voluntad... lo que le falta a los que no quieren estudiar. Autoestima... si no me amo, no puedo amar a los demás. Aprender a aprender... un slogan de fines de siglo que algunos dan por superado. Aprender a vivir... pregúntenle a los psicólogos.
Por tomar como ejemplo solo un "principio" de este buen manifiesto de para qué enseñar: 
(El objetivo de la autonomía) implica el fortalecer, en nuestros alumnos [¡y en nosotros los adultos!], su capacidad para "saber gobernar inteligentemente su vida emocional".
No suena original, suena más bien anticuado, sacado de un libro de rancia moral. Sin duda está muy contraindicado por los (contra)valores que proponen la "televisión de masas" y la "sociedad de pares". Y por esto último, volver a plantearlo, resulta casi... revolucionario.        

***

Para un viaje de media hora en ómnibus me imprimí el "Por qué Juanito y Juanita no pueden leer..." de Mark Federman (porque soy de los alfabetizados que no les agrada leer un rato del monitor). Al contrario de lo que me pasó con el artículo anterior, fui con mucha curiosidad a leerlo, con la expectativa de hallar alguna reveladora "pieza de rompecabeza" para entender más sobre qué les pasa a los jóvenes alumnos en las aulas.
Muy entretenido, muy seductor el enfoque, impactante. Pero, después de un rato de haberlo terminado, se me empezó a descascarar el planteo, y a resultarme... peligroso.
Su gran gancho es dar una respuesta a esa desconexión que vemos y sentimos en numerosos estudiantes (¿la mayoría?), que nos pone tan perplejos. Cada vez más sentimos un abismo año a año más profundo entre "ellos" y "nosotros". "Nunca fue tan terrible como este último año" son comentarios de colegas que uno escucha en estos fines de año. Parecemos los colonizadores que debemos incorporar a esos bárbaros a nuestra cultura... o los antropólogos que debemos interpretar y entender por qué actúan así esos indígenas que han convertido de pronto "nuestras" aulas en sus tierras que nosotros debemos (¿debemos?) (re)conquistar. 
Entonces, el diagnóstico de que nuestros estudiantes jóvenes se hallan en un mundo distinto al nuestro, parece cuadrar o sintonizar bien con esa sensación desoladora, y podría tranquilizarnos un poquito. Pero, el autor propone algo mucho más inquietante: ellos sí se hallan bien insertos en el mundo que está siendo, mientras que nosotros todavía nos aferramos tercamente al mundo que está dejando de ser (a no ser que nos adaptemos y ese mundo nuevo nos adopte como a hijos huérfanos de un mundo que está muriendo. Qué feo.
¿Entonces nuestros valiosos contenidos (valores, conceptos, procedimientos, experiencias de vida) no son más que reliquias de un pasado, que no tienen más valor que para los "arqueólogos de saber"?
¿Adaptarse sería vestir, arropar de hipercomunicablidad y de instantaneidad esos contenidos? ¿O cambiar nuestros viejos contenidos y certezas por...? ¿Qué cosas habría para enseñar formalmente en este nuevo mundo? ¿Las "carcelantes" aulas tradicionales se estarían extinguiendo, a la vez que emergen nuevas aulas modeladas por las "redes sociales"?
La escuela formal, como todas las instituciones, sufren sus deterioros, sus vaciamientos de contenido, sus excesos, sus hábitos viciosos... como también sus revisiones, sus renovaciones, sus innovaciones. ¿Sus objetivos siguen siendo válidos, siguen vigentes en este mundo hipercomunicado e inmediato?
El autor asume como un hecho -ni bueno ni malo- que ahora tenemos un mundo "ubicuamente conectado y de proximidad omnipresente", en el que los jóvenes nadan como peces. ¿Cómo es la vida de estos peces? ¿Conectados a la instantaneidad del último comentario o aceptación o invitación o foto? ¿Mirando todo el tiempo (lieralmente) la pantalla para enterarse sin retraso de la última novedad? ¿Protegidos e inmersos en una nube de música zumbante?
¿Vivir ubicuamente conectado y en proximidad omnipresente es algo tan inevitable e irrenunciable como respirar? ¿No hay alternativa ni opción?  
¿Es cierto que un mundo se desploma y emerge otro, y que hay que "pegar el salto" a riesgo de quedar atrapado y "fuera del mundo"? ¿El mundo de jugar en la verdeda cedió al mundo del videojuego?
El último párrafo dice que, en este nuevo mundo "ya no podemos aceptar la autoridad por intermediación". Yo trabajo de intermediario entre la familia y el estudiante, y entre el saber científico y el saber del estudiante. ¿Me quedaré sin trabajo porque ya no me aceptarán?
También dice que "ahora debemos aprender a pensar por nosotros mismos, un objetivo pedagógico mucho más importante y más crítico que simplemente aprender a leer." ¿Qué alcance tienen estas afirmaciones? ¿Pensar por nosotros mismos es prescindir de otras personas y textos que, por intermediarios, ya no merecen ser tenidos en cuenta? ¿Aprender a entender y procesar (y reflexionar a partir de) textos escritos de todas las épocas y culturas; acceder a la sabiduría más sublime, a las grandes cuestiones que acompañan la vida humana y trascienden una época y una cultura, y a las respuestas a esas cuestiones... es un simple y secundario objetivo, y talvez obsoleto, comparado con el de aprender a pensar por si mismos viviendo ubicamente conectados y en proximidad omnipresente?